Luis LÓPEZ GALÁN Artículo. Al pensar en Zanzíbar, el archipiélago tanzano ubicado frente a las costas de Dar Es Salaam, capital financiera y comercial de Tanzania, uno imagina playas desiertas y paradisíacas de arena fina y blanca, de aguas cristalinas. El pensamiento no va mal encaminado, por supuesto, pero Zanzíbar guarda entre sus encantos una ciudad de peso importante en la historia de esta parte de África, la desgastada Stone Town, y a su vez esta, entre sus callejones, un secreto: haber sido el lugar que vio nacer a Freddie Mercury. Freddy Mercury nació y vivió durante su infancia en Stone Town, que por entonces era un protectorado británico, debido al trabajo como diplomático de su padre en la Secretaría de Estado para las Colonias. Su adolescencia la pasó entre la India y la isla de Zanzíbar hasta que, cuando tenía 18 años, la familia se trasladó definitivamente a Inglaterra debido a las revueltas que estaban ocurriendo en el archipiélago y que dieron como resultado la adhesión de Zanzíbar a Tanganica para formar la actual Tanzania.
Cuando aquel chico de ascendencia persa se convirtió en una estrella mundial de la música como vocalista de la banda Queen, Stone Town aprovechó el tirón y llenó la fachada de su antigua casa de fotografías del artista y la convirtió en parada obligatoria de ruta turística. Y es aquí donde se nos viene encima una terrible ironía, o al menos así me pasó a mí surcando las calles viejas de la ciudad. Mi guía me llevaba por todas ellas con el sosiego al que obliga ese calor pegajoso de las islas, con esa cachaza, fui a la Catedral para ver la cruz que hicieron con la madera de aquel árbol, ese bajo el que enterraron a Livingstone en Chitambo, pero yo quería descubrirlo todo y, por supuesto, ese todo incluía la calle donde el genio de Mercury diera sus primeros pasos. En su primera respuesta, mi guía se hizo el loco, pero, como el africano es bueno por naturaleza, a la segunda me fue sincero: a Freddie no se le quiere mucho por aquellas tierras, debido a que era «un homosexual». Me quedé frío en medio de ese agobio de calor que es el verano en Zanzíbar y recordé que hacía apenas unos meses Barack Obama había visitado Kenya después de aprobar el matrimonio homosexual en Estados Unidos y el comentario general en África había sido, precisamente, la locura que eso significaba. Me quedé frío, pues veces olvido que algunos lugares en el mundo no han conseguido librarse todavía del yugo con el que líderes de mente sellada han oprimido a las sociedades en tiempos pasados. Ojalá algún día de un futuro cercano Stone Town recuerde a Freddie llena de orgullo.
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Junio 2022
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