Luis LÓPEZ GALÁN Lusaka es una ciudad destartalada, tanto que apenas me atrevo a llamarla así, ciudad, término que ahora que la miro de nuevo parece venirle algo grande. Lusaka son en realidad algunas carreteras (un par, tres o quizá cuatro), que alguien dispuso para, quien sabe, unir los poblados que debían existir alrededor en el pasado. Eso fue hace mucho tiempo y ahora esas carreteras conviven con edificios de difícil definición arquitectónica y dudosa calidad en sus diseños. La mayoría de ellos apenas se aprecian desde fuera, desde la ciudad, desde las tres o cuatro carreteras atiborradas de vehículos enormes. Y es que ese es el otro cantar del lugar, los coches. Grandes, 4x4, cochazos llegados de Asia: el lujo asiático encontrándose con la exageración africana. Esta es una ciudad de atascos de horas perdidas que intenta con ellos demostrarse a sí misma su desarrollo. Un desarrollo, por otro lado, difícil de creer.
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Junio 2022
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