Luis LÓPEZ GALÁN Relato. El zarzal abraza los surcos del huerto y yo no decido si lo hace porque ha crecido en exceso o porque el abuelo ya no llega a podar su cumbre. Voy persiguiendo su espalda encorvada, escoltando su columna vertebral, torcida como la rama de un olmo joven. Ya no es capaz de elevar la vista al cielo cuando anda y por eso, dice, le han salido las flores de los pepinos más amarillas que nunca, más hermosas que en ninguna otra cosecha que recuerde, y eso que van tantas que no las puede enumerar con los dedos, esos dedos yermos, deshidratados, ásperos como una zapa.
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Luis LÓPEZ GALÁN Artículo. La frontera entre Zambia y Zimbabue es conocida a nivel mundial por acoger una de las maravillas naturales del mundo: las Cataratas Victoria. Sin embargo, estas son la interrupción del cuarto río más largo de África, el río Zambeze, que merece una mención por sí mismo. El río conforma un espectáculo de paisajes verdes y animales peligrosos. En concreto, del más peligroso del mundo: el hipopótamo.
Luis LÓPEZ GALÁN Relato. Es una mañana de octubre y las calles destartaladas de Siem Reap amanecen ya convertidas en un alboroto, por aquello de no perder la costumbre. Salir del hotelito con piscina que nos hemos reservado para darnos un pequeño lujo en nuestro transitar es una contienda: la lucha contra las fieras de chapa que colman el asfalto y las arenas, los portales y también las aceras. Hay coches de pintura desgastada, motos y bicicletas, carromatos con frutas de esas que los occidentales llamamos exóticas. Hay un universo aislado, de esos que no se repiten en ningún otro lugar. Un universo que tiene aquí, al norte de Camboya, nombre propio: Siem Reap.
Luis López GALÁN Artículo. Ruanda es ese punto en el centro del mapa, en ocasiones inadvertido, de un verde que muchos no imaginan y decenas de sorpresas ocultas entre las colinas que salpican un territorio tan conciso como a veces uno debe ser en la vida, por aquello de no molestar demasiado. Una de esas gratas sorpresas es una de nombre pegadizo: Imigongo.
Luis LÓPEZ GALÁN Publicar Los ojos de Jawara (ya disponible) ha sido una especie de catarsis personal, y eso que el texto llevaba escrito cinco largos años al momento de ver la luz, un lustro acumulando polvo virtual en las carpetas de mi ordenador portátil. Sacarlo de allí ha significado atreverme por primera vez a exponer mi narrativa y eso, lo quieras o no, te hace sentir vulnerable. Como le dije a mi amiga Andrea, me ha hecho sentir como si caminara desnudo por la Gran Vía madrileña.
Luis LÓPEZ GALÁN Lusaka es una ciudad destartalada, tanto que apenas me atrevo a llamarla así, ciudad, término que ahora que la miro de nuevo parece venirle algo grande. Lusaka son en realidad algunas carreteras (un par, tres o quizá cuatro), que alguien dispuso para, quien sabe, unir los poblados que debían existir alrededor en el pasado. Eso fue hace mucho tiempo y ahora esas carreteras conviven con edificios de difícil definición arquitectónica y dudosa calidad en sus diseños. La mayoría de ellos apenas se aprecian desde fuera, desde la ciudad, desde las tres o cuatro carreteras atiborradas de vehículos enormes. Y es que ese es el otro cantar del lugar, los coches. Grandes, 4x4, cochazos llegados de Asia: el lujo asiático encontrándose con la exageración africana. Esta es una ciudad de atascos de horas perdidas que intenta con ellos demostrarse a sí misma su desarrollo. Un desarrollo, por otro lado, difícil de creer.
Luis LÓPEZ GALÁN Henry conducía con perseverancia aquel mediodía, aun sabiéndose vencido desde antes de salir por los agujeros de agua profundos y resbaladizos que la lluvia había dejado la noche anterior sobre el terreno. Mi cabeza chocaba intermitentemente con el techo de la furgoneta pero sabía que no debía quejarme; al fin y al cabo era yo quien había elegido visitar Kenya en plena temporada de lluvias. Uno imagina la sabana africana como la tierra seca y dorada cuyos brillos refulgen al contacto del sol abrasador y, finalmente, es la naturaleza la que despliega sus paradojas ante tus ojos demostrándote quién es la que manda.
Texto escrito para el blog Sunsetparadiso en febrero de 2012
Estando esta noche totalmente sumergido en la fase REM, aquella en la que el individuo está más receptivo y en la que se producen los sueños, me he visto sorprendido por la presencia de una mujer con brillo de estrella que ha entrado con paso firme y me ha mirado desde las alturas del Olimpo. Sus ojos tenían ya la seguridad de estar de vuelta de todo y sus arrugas hablaban de experiencias, éxitos y fracasos. Texto de Luis López Galán para sunsetparadiso en septiembre de 2012 Yo no soy cupletista. Tampoco soy cancionetista Yo soy Raquel Meller
Los tempranos años 20 brillaban con el esplendor del arte, las letras y la música en la España de Joselito y Belmonte. La farándula y el señorío se mezclaban en el madrileño Café Gijón o en el de los Pájaros y hasta allí llegaban los ecos que pregonaban los amores y desamores, las penas y las alegrías y, sobre todo, la ausencia en la mirada de Raquel Meller. Texto de Luis López Galán incluido en abril de 2014 en la serie de cafés viajeros de Espresso Fiorentino. Al salir del moderno Aeropuerto de Ménara el aire cálido de media tarde se mezcla con las voces de conductores y taxistas que en una sorprendente variedad de idiomas reclaman nuestra atención para resultar elegidos en nuestro viaje al centro de la ciudad. Gracias a los conocimientos negociadores que los avatares de diferentes caminos y aventuras han ido dejando en nuestra experiencia viajera conseguimos un buen precio y una mala cara durante todo un trayecto lleno de contrastes, arena, siluetas rojizas, palmeras y camellos. La Avenida Mohammed V atraviesa una amalgama de edificios de corte moderno junto a otros más antiguos que van tomando el paisaje según nos aproximamos al centro de la ciudad y a Gueliz, la zona más moderna y occidental. Dejando ésta y sus tiendas y restaurantes a nuestra izquierda, el final de la avenida se desdibuja en el ambiente entre jardines sacados de las mil y una noches y la imponente Mezquita Kutubía, que desde su alminar observa cómo Marrakech se reencuentra con su esencia más pura, sus leyendas y su belleza milenaria. Incluso con más intensidad de la que esperábamos la magia de Marrakech se abre majestuosa ante nuestros ojos como un oasis en mitad del inmenso y brillante dorado del desierto.
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