Luis LÓPEZ GALÁN
Se diluye el último huésped en la neblina de Blackfriars Road, se extingue la claridad del ordenador; ahora hay que desenchufarlo, enrollar el cable y trasladar los bártulos a la oficina de arriba, donde la jefa de Pisos atesora los objetos olvidados. El segundo cierre este año, los dos en su turno.
Abraza el monitor, trepa los escalones y en la subida le acechan las luces titilantes del abeto: debe apagarlas antes de marcharse. Hace quince días que lo engalanaron con esas llamitas postizas y esos lazos rojos, con cierta ilusión cohibida entre los dedos, anillos de luz invisible, pero todo se ha ido al traste.
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Luis LÓPEZ GALÁN Quedaba poca luna cuando Casilda Vega desguazó con furor las sábanas blancas. Un corte arriba y otro abajo, que no las quería ni ver. Se arrellanó en el colchón desvestido justo después y asentó con obstinación los pies en las baldosas gélidas. Octubre y ya aquel frío, nada se iba a dejar el año para diciembre, menuda barbaridad. Miró los desgarrones de sábana por los suelos, su ajuar cercenado, y se echó a llorar con las mismas que quien se echa a morir: barbilla solemne y tiritera en las manos, que eso lo sabía ella de habérselo visto hacer a tantos muertos, vaya si lo sabía. Pero no. Que no y que no. Un fuego le quemó los intestinos, el de siempre, el de los Vega, y agarró un jirón de sábana para deshollinarse con él el labio de arriba y sacudirse luego el desconsuelo. Ni se iba a quedar ella gimoteando por aquel hombre a esas alturas, ni estaba para andar perdiendo el tiempo, mira tú.
Luis LÓPEZ GALÁN Al pensar en Zanzíbar, el archipiélago tanzano ubicado frente a las costas de Dar Es Salaam, capital financiera y comercial de Tanzania, uno imagina playas desiertas y paradisíacas de arena fina y blanca, de aguas cristalinas. El pensamiento no va mal encaminado, por supuesto, pero Zanzíbar guarda entre sus encantos una ciudad de peso importante en la historia de esta parte de África, la desgastada Stone Town, y a su vez esta, entre sus callejones, un secreto: haber sido el lugar que vio nacer a Freddie Mercury.
Luis LÓPEZ GALÁN El zarzal abraza los surcos del huerto y yo no decido si lo hace porque ha crecido en exceso o porque el abuelo ya no llega a podar su cumbre. Voy persiguiendo su espalda encorvada, escoltando su columna vertebral, torcida como la rama de un olmo joven. Ya no es capaz de elevar la vista al cielo cuando anda y por eso, dice, le han salido las flores de los pepinos más amarillas que nunca, más hermosas que en ninguna otra cosecha que recuerde, y eso que van tantas que no las puede enumerar con los dedos, esos dedos yermos, deshidratados, ásperos como una zapa.
Luis LÓPEZ GALÁN La frontera entre Zambia y Zimbabue es conocida a nivel mundial por acoger una de las maravillas naturales del mundo: las Cataratas Victoria. Sin embargo, estas son la interrupción del cuarto río más largo de África, el río Zambeze, que merece una mención por sí mismo. El río conforma un espectáculo de paisajes verdes y animales peligrosos. En concreto, del más peligroso del mundo: el hipopótamo.
Luis LÓPEZ GALÁN Es una mañana de octubre y las calles destartaladas de Siem Reap amanecen ya convertidas en un alboroto, por aquello de no perder la costumbre. Salir del hotelito con piscina que nos hemos reservado para darnos un pequeño lujo en nuestro transitar es una contienda: la lucha contra las fieras de chapa que colman el asfalto y las arenas, los portales y también las aceras. Hay coches de pintura desgastada, motos y bicicletas, carromatos con frutas de esas que los occidentales llamamos exóticas. Hay un universo aislado, de esos que no se repiten en ningún otro lugar. Un universo que tiene aquí, al norte de Camboya, nombre propio: Siem Reap.
Luis López GALÁN Ruanda es ese punto en el centro del mapa, en ocasiones inadvertido, de un verde que muchos no imaginan y decenas de sorpresas ocultas entre las colinas que salpican un territorio tan conciso como a veces uno debe ser en la vida, por aquello de no molestar demasiado. Una de esas gratas sorpresas es una de nombre pegadizo: Imigongo.
Luis LÓPEZ GALÁN Publicar Los ojos de Jawara (ya disponible) ha sido una especie de catarsis personal, y eso que el texto llevaba escrito cinco largos años al momento de ver la luz, un lustro acumulando polvo virtual en las carpetas de mi ordenador portátil. Sacarlo de allí ha significado atreverme por primera vez a exponer mi narrativa y eso, lo quieras o no, te hace sentir vulnerable. Como le dije a mi amiga Andrea, me ha hecho sentir como si caminara desnudo por la Gran Vía madrileña.
Luis LÓPEZ GALÁN Lusaka es una ciudad destartalada, tanto que apenas me atrevo a llamarla así, ciudad, término que ahora que la miro de nuevo parece venirle algo grande. Lusaka son en realidad algunas carreteras (un par, tres o quizá cuatro), que alguien dispuso para, quien sabe, unir los poblados que debían existir alrededor en el pasado. Eso fue hace mucho tiempo y ahora esas carreteras conviven con edificios de difícil definición arquitectónica y dudosa calidad en sus diseños. La mayoría de ellos apenas se aprecian desde fuera, desde la ciudad, desde las tres o cuatro carreteras atiborradas de vehículos enormes. Y es que ese es el otro cantar del lugar, los coches. Grandes, 4x4, cochazos llegados de Asia: el lujo asiático encontrándose con la exageración africana. Esta es una ciudad de atascos de horas perdidas que intenta con ellos demostrarse a sí misma su desarrollo. Un desarrollo, por otro lado, difícil de creer.
Luis LÓPEZ GALÁN Henry conducía con perseverancia aquel mediodía, aun sabiéndose vencido desde antes de salir por los agujeros de agua profundos y resbaladizos que la lluvia había dejado la noche anterior sobre el terreno. Mi cabeza chocaba intermitentemente con el techo de la furgoneta pero sabía que no debía quejarme; al fin y al cabo era yo quien había elegido visitar Kenya en plena temporada de lluvias. Uno imagina la sabana africana como la tierra seca y dorada cuyos brillos refulgen al contacto del sol abrasador y, finalmente, es la naturaleza la que despliega sus paradojas ante tus ojos demostrándote quién es la que manda.
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Diciembre 2020
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